Ser nombrado Representante Legal de una sociedad es un cargo de gran importancia, pero también de una enorme responsabilidad que a menudo se subestima. No es solo un título en un acta; ante el SAT, esta figura puede llegar a tener responsabilidad solidaria sobre las deudas fiscales de la empresa.
La responsabilidad solidaria significa que, bajo ciertas circunstancias, si la empresa no paga sus impuestos y no tiene bienes suficientes para cubrir la deuda, el SAT puede exigirle legalmente al representante legal que pague el adeudo con su patrimonio personal.
¿Cuándo se activa este riesgo? No es automático. La ley establece supuestos claros, principalmente ligados a la negligencia o dolo por parte del representante. Por ejemplo, si la empresa no puede ser localizada en su domicilio fiscal, si no lleva contabilidad o la oculta, o si desocupa el local sin presentar el aviso de cambio de domicilio. En estos casos, la ley presume una mala gestión y fincará la responsabilidad en quien legalmente la representa.
Aceptar el cargo de representante legal implica un deber de vigilancia. Debes asegurarte activamente de que la empresa esté cumpliendo con todas sus obligaciones fiscales: que presente sus declaraciones a tiempo, que lleve su contabilidad en orden y que sea localizable en su domicilio. No es solo el patrimonio de la empresa el que está en juego, sino también el tuyo.